Anestesia, jeringas y campos de batalla
Hoy en día, extraer una muela, quitar una caries o realizar una endodoncia, parecen procedimientos inconcebibles sin el uso de anestesia.
¿Pero cómo insensibilizar al diente que requiere atención médica? Un poco de historia.
Edward Briggs en 1890 introdujo la anestesia en la práctica odontológica; una solución de cocaína al 4%.
El protocolo de aplicación consistía en realizar un pequeño agujero en la capa exterior del diente (dentina), para inyectar a presión la sustancia hasta el interior de la pieza.
Posteriormente, el cirujano William S. Halsted demostró que bastaba inyectar anestesia en cualquier parte del nervio mandibular, para adormecer toda la zona de la periferia.
Respecto a la jeringa metálica empleada en la aplicación de anestesia, su diseño nació en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial.
El doctor Harvey Cook, cirujano del ejército norteamericano, se inspiró en los cartuchos con pólvora y municiones utilizados en los rifles de combate.
Cook envasó medicamento en tubos de vidrio, que luego selló con tapones de caucho. Estos “cartuchos” los insertaba en el interior de una jeringa de bronce que él mismo había modelado.
De esta manera, Harvey Cook agilizó la aplicación de inyecciones para atender a los soldados heridos.
Así los talentos de Edward Briggs, William S. Halsted y Harvey Cook quedaron enlazados.