El diente sagrado de Buda
El budismo es una religión nacida de los preceptos enseñados por un príncipe indio, que siendo aún muy joven renunció a los lujos y comodidades de su casta para buscar el sentido último de la existencia humana, su nombre fue Sidharta Gautama, Buda.
Cuando Buda murió en el año 483 a. C., sus discípulos incineraron sus restos. Las cenizas se fraccionaron en cuatro partes destinadas a igual número de regiones en el mundo. En cada una de ellas se erigiría un templo para difundir las enseñanzas del maestro.
Según la leyenda, uno de los discípulos encontró entre las cenizas un diente, un canino izquierdo, que entregó al rey de Kalinga -al este de la India- de nombre Ghuasiva.
El diente suscitó interpretaciones divinas. Se dijo que su poseedor tendría el poder sagrado de gobernar. Esto despertó la codicia de algunos reyes vecinos e hizo que la princesa Hemamala –hija de Ghuasiva- huyera de la región con la pieza oculta entre su cabello, a fin de evadir a los soldados invasores que buscaban apoderarse de la reliquia.
De esta manera, el diente llegó a Sri Lanka, donde el rey Anuradhapura lo ocultó. Pero el conflicto por su posesión duraría siglos.
Cuando los portugueses llegaron a este país en 1505, los religiosos que resguardaban el diente de Buda lo escondieron entre las plantaciones de té en la ciudad de Kandy.
En tiempos de la colonización holandesa en Sri Lanka, se decidió construir el templo de Dalada Maligawa, donde actualmente, se supone, está el diente de Buda. Nadie lo sabe de cierto.
La reliquia, contenida en una vitrina, se saca del interior del templo tres veces al día para exhibirla como parte de una ceremonia religiosa y es imposible verlo directamente.
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