El triste final de Horace Wells, el primer dentista que evitó el dolor de sus pacientes.
En 1844, el dentista norteamericano Horace Wells utilizaba óxido de nitrógeno – gas de la risa- como anestésico. Él mismo había descubierto las cualidades de este gas para inhibir el dolor físico.
Todo iba bien para el joven odontólogo hasta un año después, cuando presentó método anestésico ante un grupo de estudiantes de medicina reunidos en el auditorio del Hospital General de Massachusetts de Boston.
El paciente elegido para la demostración era un hombre corpulento y al parecer también alcohólico, a quien Wells le extraería un molar. Debido principalmente al peso corporal, la dosis suministrada de óxido de nitrógeno resultó insuficiente. La demostración fue un estridente fracaso. El prestigio y la carrera de Wells se vinieron abajo.
La vida de Horace Wells tendría un triste y fatal desenlace. Luego de abandonar la práctica de la odontología, su adicción al cloroformo le llevó a cometer un crimen. Arrepentido, se suicidó poco tiempo después de ser ingresado a prisión.
En 1870, la Asociación Dental Americana y la Asociación Médica Americana reconocieron a Wells como el descubridor de la anestesia moderna.