Santa Anna y la goma de mascar más famosa del mundo
El general Antonio López de Santa Anna, quien ocupó la silla presidencial de México en seis ocasiones -y no once como se cree-, fue en cierta forma el responsable de la popularización mundial de la goma de mascar.
La palabra chicle proviene del náhuatl “tzictli”, que designaba a una goma extraída de la savia del chicozapote, un árbol endémico de las selvas del Petén guatemalteco, donde se ubica también la península de Yucatán y Belice.
Antes de la llegada de los conquistadores a tierras americanas, los mayas y mexicas ya hervían la savia del chicozapote –de consistencia viscosa y color blanco- para hacer bloques gruesos que cortaban en pequeños trozos para mascar.
“Las causas porque las mujeres mascan el “tzictli” (chicle) para echar la reuma y también para que no les hieda la boca… y por aquello no sean desechadas”. (Fray Bernardino de Sahagún, “Historia general de las cosas de la Nueva España”).
Santa Anna era un empedernido consumidor de chicle. Cuando en 1860 viajó a Nueva York, se hospedó en la casa de Thomas Adams, a la postre su amigo, y quien advirtió la afición del general mexicano por la goma del chicozapote.
Entonces Thomas Adams, junto con su hijo, veían en la fabricación de neumáticos una buena oportunidad de negocio. Santa Anna les sugirió reemplazar el caucho por chicle a fin de reducir costos de producción.
Tiempo después, el empresario norteamericano encargó de México una tonelada de chicle, que por cierto no funcionó en la producción de llantas. ¿Qué hacer con los cientos de kilos sobrantes? Los Chiclets Adams, marca comercial lanzada al mercado en 1899, fue la respuesta.
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