El material que puso las prótesis en boca de millones de personas
Durante siglos, las prótesis en odontología, -elementos artificiales destinados a reemplazar piezas dentales y restaurar así la relación entre los maxilares-, fueron un lujo reservado a las clases privilegiadas. Veamos por qué.
La etrusca fue de las primeras civilizaciones en realizar este tipo de artefactos. El descubrimiento de las minas de oro en Nubia en el 2900 a. C., les permitió aprovechar este valioso metal en la elaboración de piezas dentales.
En el 65 a. C. se empleaba marfil y madera para hacer dientes. Durante el siglo XVIII, Pierre Faucard, considerado el padre de la odontología moderna, describió cómo fabricar puentes y dentaduras a partir de dientes humanos y colmillos de elefante.
Fue hasta 1789 cuando se comienza a emplear la porcelana cocida en la realización de prótesis. El dentista francés Nicholas Dubois presentó por vez primera una dentadura completa hecha con este material.
Sin embargo, le debemos al inventor norteamericano Charles Goodyear (1800-1860) un descubrimiento que, gracias a su versatilidad y bajo costo, podrían las prótesis dentales al alcance de prácticamente todo el mundo.
En 1839, Goodyear anunció un método para producir vulcanita o caucho duro. Este proceso daría lugar al caucho vulcanizado, con el que se producen una gran cantidad de objetos como neumáticos, preservativos y, por supuesto, prótesis dentales completas.
De esta manera, las dentaduras talladas en marfil o integradas incluso por dientes humanos, como las de Waterloo, quedarían el olvido.
¿Cómo fue que llegó el caucho vulcanizado a la odontología? Lo explicaremos en la siguiente entrada.